Han pasado escaso días desde que las inundaciones en China, India y Pakistán sobrecogieron a sus habitantes. Eran portadas desganada e incomoda de periódicos, radios y televisiones; no es agradable que en verano ocurran estos acontecimientos, pero la magnitud de los hechos obligaba a informar de ello.
Por cierto: ¿ha dejado de llover?, ¿se resolvieron los impactos de las inundaciones y los más de 20 millones de dignificados han vuelto a la normalidad?, o ¿ya no interesan por falta de actualidad y oportunidad?
Una revisión realizada en los último días a los periódicos de tirada nacional: El País, El Mundo, ABC y Público, ha deja como resultado una escasez de noticias admirable.
Bueno, esto no es tan ciertos, hay una nota de la agencia EFE del 25 de agosto haciéndose eco de una información proporcionada por Oxfam, en la que se anuncia que Pakistán es el mayor lago de agua dulce del mundo, claro, después de las inundaciones… ¿y las personas?
Es habitual que una catástrofe en los países de la periferia dure unos días para los países desarrollados, aquellos que tienen sentido como noticia relevante.
La memoria es frágil, se olvida con mucha facilidad a los olvidados, que no son pocos, 2500 millones de personas viven con menos 1,25 US$ al día, según datos del Banco Mundial.
A la pobreza le suelen salir hermanos gemelos: guerras, catástrofes naturales, pandemias…
se esta tan acostumbrados a ellos que a los pocos días el interés se centra en lo «anecdótico»: cuanta agua dulce hay acumulada en el lago denominado «Pakistán»