martes, 4 de diciembre de 2007

Nos dejamos llevar...

En estos días he discutido acerca del fracaso de Hugo Chávez en sus elecciones, en las que pretendía perpetuarse en el poder. Al fin y al cabo ha perdido por un estrecho margen de votos. Cuando nos quejamos de su actitud solemos criticar, entre otras cosas, que quiere controlar los medios de comunicación. Y bien, ¿nos hemos planteado cómo son los nuestros que aceptamos en el “juego democrático”?
¿Hemos pensado alguna vez que los medios de comunicación que dominan y controlan las noticias que recibimos han sido creados por los que tienen suficiente dinero para montarlos? Las grandes agencias internacionales y los grandes magnates (o mangantes, debiera decir) son responsables de un buen porcentaje. ¿Hemos reflexionado acerca de quiénes son los dueños de los periódicos que se regalan? Noticias gratis, entretenimiento gratis… ¡qué forma tan fácil de dirigir la opinión pública! “Regalándola”. ¿Para qué, entonces, vamos a ser críticos y elegir qué periódico comprar?
¿No son discutibles algunos programas y cadenas que son defendidas por los políticos que nos gobiernan? Yo a veces me indigno de lo que se vierte en los medios, de lo que se quiere vender, de lo que domina e influye para que la gente tome partido. Somos tan influenciables que muchas veces estamos seguros de algo porque “lo han dicho en la tele” (la radio acaso tiene menos credibilidad para defender o asegurar una postura u opinión). Sólo hay que ver la programación de la televisión para darnos cuenta del porcentaje de programas informativos, culturales, de entretenimiento…
El incremento de la telebasura pone de manifiesto la necesidad del espectador a evadirse de los problemas familiares, laborales, afectivos o sociales (actitud muy humana). La idea de que todo va mal: efectos del cambio climático, guerras en otros países, tensiones y atentados en Oriente medio, nacionalismos varios… nos hace rechazar consciente e inconscientemente el flujo de información en ese sentido. Nos dejamos llevar…

Felipe Castilla

Unas bellotas, ¿para?

Señores, unos diminutos mejillones que viajan pegados a los bajos de los barcos resulta que se están cargando nuestros ríos; unos mosquitos con cara de malos llamados ¿los mosquitos tigre?, han convertido a nuestros tábanos en una felicitación de navidad; unos peces bigotudos con cara de pocos amigos, resulta que se comen las huevas de los peces autóctonos y están dejando los ríos “pelaos” de vida; unos cactus africanos salieron a dar una vuelta por el monte y se extendieron por miles de hectáreas por el sur de de la Península y ya no hay oveja que paste por allí; también unos saltamontes gigantes se comen los pastos allá por donde pasan; miles de personas huyendo de la miseria se juegan la vida cruzando los mares para llegar a nuestro hipotético paraíso, donde todos les esperamos con los brazos abiertos, una manta, un bocadillo, un contrato de mierda, desprecio encubierto, solidaridad de pastel, un nuevo estado civil: delincuentes. Y además si te cruzas con Sergi te dará una patada en la boca y tendrás que darle gracias a Dios de no morir en la agresión, porque estamos tan acostumbrados a las muertes violentas por la tele que nadie te haría caso, pero cómo has salido ilesa no te preocupes que ya se encargarán nuestros políticos de callarte la boca (que pronto hay elecciones).
Pero esto a quién le importa, si tenemos gran hermano en la tele, a Fernando Alonso luchando con un negro, los programas de corazón, los centros comerciales y el disfraz de solidario enrollado para cuando nos juntamos con los amigos. Así que para cuando se viaje en el metro, recomiendo un saquito de bellotas por si te cruzas con algún cerdo, las eches al suelo y mientras se las come puedas huir.

David Andrés Arias (Popi)

domingo, 14 de octubre de 2007

Al Gore y su Nobel

Este fin de semana nos hemos enterado de la noticia: Al Gore premiado. Muchos estarán pensando que no se lo merece otros lo aplauidirán. Lo cierto es que daban la noticia envuelta en un halo de polémica y desmericimiento hacia Al Gore y también hacia su documental, porque no refleja con exactitud algunos datos científicos y, como no, la comunidad de sabios presenta su queja, y los periodistas, como pueden, la trasmiten. Hasta aquí todo normal.

Mario R. Capecchi, Sir Martin J. Evans, Oliver Smithies, Albert Fert, Peter Grünberg o Gerhard Ertl son más afortunados, al no ser personajes públicos y por lo tanto no conocidos creemos a pies juntillas que se lo merecen, no discutimos, no nos importa pero, eso sí, cuando lo conocemos, ya sea por su trayectoria política, por sus andanzas climáticas o por un documental, ahí estamos los primeros para poner la puntilla.

Quisera hablar del documental en el que sale Al Gore como actor de reparto, que es por lo que la mayoría conoce a este señor de Washington y reivindicar el mérito de esta película dirigida por Davis Guggenheim: nunca una película documental fue tan vista en la historia audiovisual y eso significa el imponente potencial mediático que ha despertado. Este aparente egocéntrico y oportunista político ha sido capaz de explicar razonablemente lo que significa y significará el cambio climático en un cuidado y educativo documental, gracias a él, el cambio climático se ha convertido en un tema de conversación y de reflexión de muchos, ha permitido, al fin, que un problema medioambiental se globalice.

Seamos claros, Al Gore ha inventado el premio Nobel de la Divulgación Científica y lo ha inaugurado con un problema que, posiblemente, sea el más grande al que se enfrentará el género humano.


Eduardo Lamana
Biólogo

jueves, 11 de octubre de 2007

No se cree en el cambio climático

Una de las situaciones más comunes cuando se habla del cambio climático es que todos opinan, sean expertos o legos en la materia. Y lo más terrible es que se da pábulo a todo tipo de opinión, a menudo no basada en datos objetivos.

Que Al Gore dijera en su “verdad incómoda” que al seleccionar un muestreo del 10% de casi diez mil estudios científicos que en diez años han tratado el cambio climático, ninguno concluyera que el desarrollo humano con su tecnología e industria no interviniera, no quiere decir nada. Luego aparecen en los medios de comunicación opiniones de periodistas o pseudoexpertos y sus ideas son las que quedan en la mente de la sociedad. También lo dijo en su documental, que al seleccionar una cantidad equivalente y comparable de artículos de opinión en prensa, más de la mitad cuestionaba que fuera por causas humanas, que no tenía por qué ser un problema y afirmaba que los científicos discrepan sobre el asunto. Y estas ideas priman, entre otras cosas porque los documentos científicos no suelen estar al alcance de la mayoría. Pero, ¿por qué seguimos fiándonos de los “no expertos”? Sencillamente porque es más cómodo, y sin información básica y objetiva sobre las bases que causan el cambio climático es fácil tergiversar y orientar los supuestos efectos a una serie de fenómenos naturales “que han ocurrido siempre” y en los que no tiene por qué intervenir el ser humano y su desarrollo.

Cambios sustanciales en el clima otras veces se han producido por fenómenos naturales ajenos a nuestra intervención, como las variaciones en el eje de la Tierra, pero ahora son sobre todo las emisiones de gases con efecto invernadero las que lo están acelerando de forma inusitada. Y esto es objetivamente por “causas humanas”, no nos engañemos.

Esto que escribo es ciertamente un artículo de opinión, pero soy un biólogo que trabajo en La Fundación Escenarios de Sostenibilidad en un proyecto de investigación sobre cambio climático y migraciones humanas.

Seamos más críticos con la divulgación de la información. Sabemos que hay numerosos intereses que facilitan la confusión porque hay quienes no quieren que se sepa la verdad de lo que está ocurriendo. Si hay algo cierto en los que desmienten las pruebas del cambio climático es que no es un problema ecológico. Es verdad que en la historia del Planeta ha habido grandes cambios climáticos a escala geológica que han provocado catástrofes naturales, masivas extinciones, adaptaciones, modificaciones en el paisaje y el relieve… evolución. Se trata de un problema social, porque aunque la Tierra se recupere —tarde lo que tarde no es significativo en la escala temporal humana— quienes lo sufren son los seres vivos, entre ellos las personas, y como siempre más las más pobres y con menos recursos. Al fin y al cabo si la sociedad rica por ejemplo tiene calor, enciende un aparato de aire acondicionado y “combate” sus efectos, aunque con ello contribuya a aumentar puntualmente las emisiones de gases o el consumo energético, participando así de una insolidaridad muchas veces no intencionada. Pero un desheredado de la Tierra, que son la mayoría, lo pasará peor.

Felipe Castilla Lattke

jueves, 4 de octubre de 2007

"Refugiados de la Tierra"

"Refugiados de la Tierra. Migraciones por Clima en África", es una trilogía documental en la que se reflexiona en primera instancia sobre causas y consecuencias del cambio climático y las migraciones humanas, pero sobre todo pretende ser una ventana para descubrir el enorme problema que afecta al continente vecino. Esta serie documental, en la cual el primer capítulo se centra en el continente africano, es parte de los proyectos que nuestra fundación se encuentra trabajando.


martes, 2 de octubre de 2007

Más Sobre Combustibles

Según ANFAC (Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones), los casi 85.000 turismos de más de diez años que continúan en circulación y que no han sido renovados emiten aproximadamente 37.500 toneladas de CO2 más que si se hubieran sustituido por vehículos nuevos. (EL PAÍS DIGITAL, 1 de octubre de 2007)


Esta “alarmante” y contextualizada afirmación, insertada en una noticia sobre el descenso de las ventas de automóviles en el pasado septiembre, no debería escaparse sin algunas reflexiones. Porque sin duda es veraz el dato de las miles de toneladas de CO2. Me parece más que probable al tratarse de vehículos nuevos, sujetos a modernas normativas de protección ambiental, dotados de novedosas tecnologías, sin desgaste y con los consumos calculados en condiciones que ningún conductor cumple. Los portavoces de la ANFAC podrían tendrán en cuenta algo más que el CO2 , que por cierto les viene como anillo al dedo, a la hora de vendernos su “ecológicos” nuevos vehículos. Como por ejemplo, la inmoralidad de que la vida de un coche no deba superar los 10 años. O el carácter de usar y tirar que tan breve lapso le confiere a una tonelada de materiales y tecnología. También la paradoja de que la inmejorable tecnología de los modernos vehículos, usando sus argumentos, deba ser convertida en chatarra dentro de diez años ¿Obsoleta o poco lucrativa?. O, por qué no, las consecuencias ambientales y sociales de la extracción, comercialización y transporte de materias primas y la de los vehículos y sus repuestos.En España, además, todos los automóviles deben someterse a la obligatoria y periódica Inspección Técnica de Vehículos, uno de cuyos parámetros es, precisamente, la emisión de gases. ¿Es acaso ineficaz, o existen dudas sobre su rigor?

Esta peculiar llamada a la conciencia ambiental de la industria automovilística es una parte más de la apropiación por parte del capital de los argumentos conservacionistas. Y por último, ¿a nadie le escandalizaría que el lobo se quejase de que las casas de los cerditos son demasiado duraderas?

Autor: Andrés Bermejo

Congruencia, Consumo y Sotenibilidad

Utilizo con frecuencia la Nacional I en su primer centenar de kilómetros y contemplo a menudo el trasiego de piezas de aerogeneradores. Las combinaciones son variadas: aspas sueltas, las tres juntas en una especie de jaula, el gigantesco vástago que eleva el generador o la carcasa que lo aloja. Lo que sorprende es que estos transportes excepcionales no realizan el viaje en un sentido, sino que casi son tan abundantes en un sentido como en otro.

Creo que la introducción es pertinente porque retrata las consecuencias de dejar las buenas ideas exclusivamente en manos del mercado. Los cada vez mayores artefactos encargados de aligerar nuestro debe con los combustibles fósiles, empiezan su andadura engrosándolo, ya que las grandes compañías energéticas se ajustan a la inexorable ley de la oferta y la demanda y unas veces los generadores deben ser más baratos en el sur y otras en el norte. Y ya que de compañías energéticas hablamos, quizás la buena idea original pasaba más por disminuir individualmente, todos y cada uno, nuestra huella ecológica que por seguir atrapados en las “redes de las eléctricas”, consumiendo las mismas o aún mayores cantidades de energía y con impactos que no deberíamos asumir.

El mercado, por supuesto con nuestra anuencia como consumidores, está retrasando gravemente el reemplazo de los combustibles fósiles en la locomoción. Distorsiones especulativas como la de los precios de los alimentos básicos con la excusa de los biocarburantes, la paradoja de la exención tributaria a vehículos de gran cilindrada o biplazas y la poca apetencia que para los compradores de automóviles despiertan los híbridos por su precio y bajas prestaciones, deberían hacernos pensar. Casi con seguridad, el futuro más viable está configurado por vehículos eficientes y lentos, transporte colectivo, austeridad y solidaridad.

Cada vez que el capital se adueña de las propuestas de cambio estas se generalizan, pero al precio de que la ciudadanía se anestesie, aliviada por no tener que soportar cambio alguno ya que sus proveedores se encargan de todo. La única decisión consiste, como hasta ahora, en elegir el modelo de vehículo, porque ya todos son ecológicos. Ahorrar, renunciar, compartir... no tienen razón de ser ahora que ya podemos enchufarnos a la energía verde. ¿Qué sentido tiene ejercer nuestro poder de consumidores a costa de sacrificio para cambiar las leyes del mercado si lo verdaderamente sostenible es la miseria... de otros?

Autor: Andrés Bermejo

Algo se puede hacer… para paliar los “efectos” del cambio climático

Se pide en una oración que Dios nos conceda serenidad para aceptar las cosas que no se pueden cambiar, valor para cambiar aquéllas que se pueden y sabiduría para reconocer la diferencia.

Como humanos debemos pensar y reflexionar sobre los desastres originados por los efectos del cambio climático: incremento de las inundaciones y sequías, sobreexplotación y agotamiento de los recursos, aglomeraciones y hacinamientos, éxodos masivos y migraciones desesperadas, pobreza, contaminación... Toda esta vorágine de sucesos genera mucha angustia y desesperanza en el ser humano. Pero si es posible debemos tomar partido, opción, iniciativa, hacer lo que en nuestra mano podemos para cambiar algo, aunque sea poco. Sirve más hacer que decir. Si puedes haz, o al menos piénsalo.


Hemos de pensar que aunque mucho de lo que ocurre es triste, hay motivos para creer que hay expectativa, porque algunos ya se han puesto a hacer algo. Vivieron lo que les tocó vivir y no se conformaron, decidieron construir y actuar para otros. Sus anhelos eran en cierto modo su vida. No esperaron a que las cosas llegaran. A veces nos abrumamos y desconsolamos con lo que ocurre, pero sus ejemplos bien nos valen: iniciativas, concienciación, educación, apoyo económico, participación en proyectos, ahorro energético, solidaridad. Al menos, podemos hacer algo para nuestro pequeño entorno, lo que alcanzamos a modificar. No tenemos por qué buscar soluciones globales, y si todos pensáramos así, las cosas cambiarían. La premisa es “piensa global, actúa local”. Y yo sugiero: “actúa familiar”, en sentido amplio de estirpe y amistad. Y aquí va una propuesta, que en la medida de mis posibilidades procuro llevar a cabo: busca un entorno cercano de familiares o amigos que tengan algún problema. Apóyalos o procura ayudarlos si puedes, y no pierdas esa perspectiva. Cuando consideres que lo has conseguido, márcate un nuevo reto. Más adelante lo harás quizá por un desconocido o te darás cuenta de que puedes llegar más lejos. A veces una sonrisa a tiempo, una conversación o una actitud positiva enseña más que mil palabras o consejos. Transmite esta idea. Vale más el ejemplo que se da que la propia acción.

Como en la oración de la Serenidad que vimos al inicio, aprendamos a valorar nuestras propias capacidades, que son mayores de lo que nos imaginamos porque lo que hacemos siempre es más grande que lo que pensamos. La mejora de lo ajeno, es en definitiva, también la nuestra. Somos lo que queremos ser y en nosotros está nuestra propia solución... y, en parte, la de los demás.

Autor: Felipe Castilla Lattke

lunes, 1 de octubre de 2007

Lo que importa...

Hace algunos años que se habla del aumento de las temperaturas y de grandes catástrofes naturales que se avecinan con motivo del Cambio Climático, provocadas en gran parte por una gestión y uso inadecuados de los recursos de nuestro planeta, y por el desarrollo de una estructura de vida muy distante de encontrarse en armonía con la naturaleza.

Los efectos del Cambio Climático, como consecuencia de la actividad humana, ponen en peligro los ecosistemas y la salud a escala mundial.

Aunque en Europa los efectos apenas comienzan a notarse, no ocurre lo mismo en otros puntos del planeta, donde la situación ambiental y social plantean un futuro complicado.

Ante esta realidad y desde su compromiso ético y la trayectoria profesional de las personas que integran su equipo humano, nace la Fundación Escenarios de Sostenibilidad. Un espacio dedicado a crear y construir aquellos escenarios que nos encaminan hacia un mundo sostenible y más justo para todos.

Refugiados de la Tierra